Desde los Puertos americanos los buques españoles llevaban en sus sentinas, hacia la Península Ibérica, las preciadas especias procedentes de Asia y del Nuevo Mundo que luego se distribuían por todos los países europeos. Las especias contribuían a enriquecer y potenciar los ritos culinarios tradicionales fusionándose con los sabores locales. Servían de aderezo y condimento, adaptándose con el paso del tiempo a las gastronomías de cada país.